Surrealismo Andino
Su paso por la universidad y por la escuela de arte fueron fallidos, no encontraba lo que buscaba; sin embargo, no dejaba de pintar y refugiarse en el arte que brotaba de sus manos. Pasó algún tiempo para darse cuenta que su camino estaba marcado y era momento de dedicarse por entero a la pintura, decisión que lo hizo inmensamente feliz...
“Me encantaba dibujar y deseaba pintar con óleos. La escuela de arte en Cajamarca no fue lo que esperaba. Así que me frustró y a los tres años de la carrera me retiré. Un día, un amigo pintor de la familia me enseñó a usar los óleos y mi papá me regaló un libro pequeño de Van Gogh, allí despertó el color que me faltaba. Luego todo era más claro de lo quería ser”.
Su atracción por los colores vivos, por la naturaleza, y la autenticidad al expresar sus emociones en cada cuadro, lo convierten en el mejor representante del surrealismo andino. Desde aquí crea su propio mundo con técnicas que van desde el postimpresionismo de Van Gogh hasta el simbolismo moderno de Gustav Klimt.
“Todo el impresionismo me encanta”